Si han leído este post anterior, sabrán que La invención de Morel figuraba entre mis libros pendientes.
Vale destacar todos los elogios hacia este libro escrito por Adolfo Bioy Casares (amigo de Borges), algunos por parte de escritores y otros por parte de críticos literarios. Esto nos deja a la expectativa de por lo menos una buena historia.
En cuanto al libro en sí no deben dejarse engañar. Parece de lectura rápida por solo abarcar alrededor de 70 páginas, pero cuando nos sumergimos entre sus lineas nos encontramos con palabras profundas que invitan a una lectura pausada y consciente. No es simplemente leerlo de un tirón.
Sinceramente este tipo de escritura no me atrajo en un principio. Me pareció tediosa y rebuscada, palabras que adornaban pero no avanzaban en la historia. Eso sumado a que el cuento comienza sin demasiadas explicaciones, dejando a nuestra merced las interpretaciones de lo que vive el protagonista. Todo esto genera un ambiente confuso y hasta por momentos tedioso. Me ha costado bastante engancharme en la lectura durante la primer mitad del libro.
Todo cambia en la segunda parte cuando el protagonista comienza a ser consciente de la realidad y los hechos se esclarecen poco a poco. Parece ser una historia distinta, que te atrapa y te lleva a leer más. Algo que contrasta totalmente con los primeros capítulos.
Una vez que logramos pasar la mitad del libro todo comienza a ir para mejor. Se vuelve una historia interesante y sumamente original. Es en ese momento cuando te dices «menos mal que no abandoné la lectura en la parte aburrida». Al final merece la pena, que tampoco es tanta.
La invención de Morel se merece que le des una oportunidad, si no es por que te gusta este tipo de lectura, debe ser por los elogios recibidos. Al final, termina gustando, y bastante.
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Donovan Rocester
Justo estoy buscando leer esa obra, que Roberto Bolaño mencionó en una entrevista.
Un saludo desde Ecuador 🙂